martes, 28 de agosto de 2012

Permiso para descansar


Cuan a menudo utilizamos la frase “me gustaría tomarme un año sabático”?  Mucho, no?  Es que en estos tiempos que corren y que nos corren, hay que ubicarla dentro de un contexto cada vez más común, al cual terminamos llegando por la cantidad de estrés que acumulamos debido a diferentes actividades de nuestra vida, principalmente el trabajo y porque no también la familia misma, a la cual más de una vez nos gustaría despachar a algún recóndito lugar del planeta, pero con solamente el pasaje de ida. Pero si bien la realidad de un año sabático para cualquiera de nosotros puede ser un sueño difícil de alcanzar, sirve como puntapié para empezar a tomar más en serio  nuestro aprovechamiento de las pocas horas que tenemos para descansar, que son cada vez menos, y transformarlas en algo realmente inolvidable y que no quede en el simple anhelo de pasarla bien y reponer energías.
Yo soy un graduado con honores de la escuela del “no tengo tiempo”. Es más; a veces creo que en lugar del primer llanto al nacer, pronuncié entre balbuceos esta frase. Créanme que se me vuelve muy difícil hacerme de espacios para recreación o descanso, pero  si hay algo que aprendí después de muchos años es que no es todo cuestión de esperar a los fines de semana largos o a las vacaciones para empezar a disfrutar de nuestros momentos libres. Tenemos que aprender a sacarle el jugo a cada pequeño momento.  Aprender de a poco a desacelerarnos frente a situaciones diarias y dedicarles  la importancia que realmente se merecen en nuestra vida para que al llegar la hora de tomarse un respiro, se sienta realmente como un premio y no como si hubiéramos visto la luz del día después de una larga temporada a la sombra. Por sobre todas las cosas hay que ser generadores de situaciones que nos produzcan relax, y reconocerlo en pequeñas situaciones tan simples como una  salida al cine, o a comer algo en especial después de un agotador día de trabajo suele ser un bálsamo altamente recomendable para relajar la cabeza y el cuerpo. Si el sueño de andar descalzo por alguna playa de arenas blancas no llega, les recuerdo que tenemos hermosos lugares dentro de la provincia, y a pocos minutos de distancia.  Salir a caminar los domingos por la mañana por el barrio y ver hasta donde somos capaces de llegar como meta es un placer del que pocos se percatan. Mucho tiempo  tuvimos la concepción de que para descansar necesitamos estar “echados” en la comodidad de la casa sin hacer absolutamente nada, pero hoy los animo, queridos lectores a abrir los ojos a que esa pausa que tanto buscamos incluya también a la percepción. Después me cuentan como les fue.-


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