sábado, 15 de junio de 2013

Moda: Esa maldita costilla...



Dentro de cada persona habitan a su vez muchas otras, lo cual nos convierte en una verdadera paleta de colores. ¿Cómo es eso? Sucede a menudo que nos encontramos amando o haciendo cosas diametralmente opuestas al mismo tiempo. En mi caso me di cuenta que conviven dentro mío dos personas bien diferentes; aquella a la cual no le importa la opinión de los demás y que podría andar descalzo y en paños menores todo el día si se pudiera y otra, muy diferente a la cual le fascina la ropa. Esto lo descubrí cuando, hace ya más de diez años atrás me toco empezar a  trabajar dentro de la industria de la moda. Créanme que después de haber estado tanto tiempo haciendo esto les puedo decir que ha sido una de las experiencias más enriquecedoras y a la vez más desgastantes de mi vida.  Aun recuerdo cuando recibí el llamado  para entrar a trabajar a una de las empresas más importantes de jeans de la provincia. Yo estaba entrando apenas a mis veinte años y mi ropa era un completo desastre, básicamente porque hasta ese momento jamás me había interesado en combinar colores o mirar alguna revista para saber que estaba de moda y que no. La entrevista me la hizo el dueño y no paraba de mirarme de arriba abajo. Después de las preguntas de rigor y de finalmente caerle en gracia me mando con un papelito a la fábrica a ver al encargado que me hizo la misma mirada examinadora. Ese mismo día empecé, bien desde abajo, o mejor dicho desde arriba guardando pantalones en cajas y bajándolos a través de una escalera, de esas que cuando se corta la luz es preferible que se te aparezca un fantasma a que te caigas y te quiebres el cuello. Como en todo trabajo por el cual me ha tocado pasar me dedique a aprender lo mas que pudiera, y en poco tiempo ya me encontraba en una posición mucho más cercana al diseño, donde di mis primeros pasos creando y exponiendo ideas nuevas que fueron tomadas en cuenta con más recelo que objetividad, quizás por venir del “chico nuevo”. Lo cierto es que dentro de esta industria se corre todo el tiempo, al punto que muchas veces llegás a pensar que estás  trabajando dentro de un hospital y tenés que operar al paciente ya o lo perdemos.“Los estamos salvando del infierno del mal gusto, por eso hay que correr” me contestó un compañero de trabajo  una vez y yo me quedé esperando el remate hasta que comprendí que lo decía tan convencido que les confieso, me dio algo de miedo.  La comparación con una sala de emergencias, aunque cuestionable no puede ser más exacta; todo el mundo está nervioso todo el tiempo, los diseñadores toman litros y litros de café y sus teléfonos no paran de sonar. Mientras tanto las modelos vienen y van sobre tacos imposibles cual si fueran cervatillos que están aprendiendo a ponerse de pie. No, no exagero, así funciona todo; realmente impresiona el poder que tiene la moda sobre la gente, como se consume. Todos quieren verse bien, y hoy hasta los más peques de la familia están al tanto de las últimas tendencias. Como todo, en cantidades moderadas la moda puede ser buena, por ejemplo para levantar la autoestima en esos días en que ni el mejor libro de autoayuda puede sacarte de la cama. Pero a no abusarse, que no hay presupuesto que aguante a un “fashion victim” y nadie se ha muerto por usar una campera del invierno anterior si no se puede comprar la que está en boga. Hasta la próxima, mis estilizados lectores.-




2 comentarios:

  1. Siempre dije que tenés algo de Andy de "El Diablo Viste a la Moda". Que buen artículo! Felicitaciones"

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  2. Gracias Daniel. Por un momento pensé que me ibas a comparar con Miranda jajaja! Abrazo y como siempre gracias por leerme.

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