viernes, 28 de diciembre de 2012

Madonna...



Aun recuerdo con lujo de detalles la primera vez que vi la imagen que ilustra la columna de hoy; La cabeza tirada hacia atrás en una pose desafiante. El cuello imposiblemente largo. El pelo corto y rubio y un nombre que cambiaria mi vida para siempre, Madonna.
” Verdaderamente Triste” rezaba la malísima traducción al español del título de aquel disco (o mejor dicho, casette), hoy un clásico de su discografía. De los parlantes del radiograbador de mi tío brotaba ese canto de sirena llamado La Isla Bonita mientras que afuera era verano, corría 1987 y yo descubría que, al igual que millones alrededor del mundo, ya no podría pasar un solo día sin escuchar o saber de ella. El hechizo estaba consumado, pero…¿Quién era realmente esa chica?
Había tenido mi despertar musical apenas un verano antes, cuando escuché por primera vez a Michael Jackson y su irresistible Billie Jean, pero esto era completamente diferente.  Lo que provocaba esta neoyorquina de veintitantos en mí era nuevo e indescriptible. No pasó mucho tiempo hasta que pude verla por televisión moviéndose al compás de su música y el hechizo fue completo;  saliendo desde el centro de una torta, vestida de novia y arrastrándose por todo el escenario mientras la audiencia no salía de su asombro. Era pura provocación, sensualidad, arte y sexo (aunque tardaría, claro está, varios años en entender de qué se trataba esta última palabrita de cuatro letras). Mi abuela sólo tenían palabras de desaprobación hacia ella (por decirlo educadamente) lo cual convertía a cada oportunidad de verla o escucharla en el más dulce de los placeres prohibidos. El tiempo fue pasando, y mientras ella se convertía en la estrella pop más grande del planeta con cada paso que daba yo también crecía y desde este rincón del planeta no dejaba de admirarla en cada una de sus versiones; La rubia y ambiciosa, la morena de rulos profundos, La de los corpiños de conos, la de las cruces prendidas fuego, la de las coreografías imposibles, la del porno soft del libro Sex, la que se convirtió en Evita…tantas canciones inolvidables, tantos momentos de mi vida ligados a ella o inspirados por su inteligencia, su audacia, su tenacidad. Es cierto que ha tenido algún que otro momento bajo ¿pero a quién le importa? ¿Acaso no los hemos tenido todos?...
A menudo su música es tildada por la crítica especializada de pasatista, pero déjenme decirles con total objetividad que a pesar de llevar más de treinta años en el negocio, Madonna sigue siendo lo nuevo, lo que está por ponerse de moda, la tendencia que se viene. No existe en la actualidad ningún otro artista  que esté a la vanguardia sin caer en el pecado de repetirse como lo hace ella, siempre atrás de encontrar ese sonido nuevo, de montar un espectáculo que nos vuele la cabeza o de dejarnos con la boca abierta. Siempre preguntándonos “¿Y ahora, qué?”. Esa es Madonna. Es más que música, es más que imagen. Es arte, innovación, inspiración, poder, es una de las personas más inteligentes del espectáculo, por lo cual a menudo se la suele tildar de exigente y malhumorada, pero imagino que no debe ser nada fácil mantenerse en la cima durante tanto tiempo ¡y encima verse tan bien! Yo en su lugar sería insoportable, pero eso es otra historia.
Este Sábado 22 de Diciembre, y mientras ruego a Dios que la profecía Maya no se cumpla (al menos no el día señalado), me preparo para verla revolcarse en vivo sobre el escenario del Chateau y comprobar porque, hoy con 54 años a cuestas y después de 25 años de haberla escuchado por primera vez me sigo preguntando, al igual que millones alrededor del mundo “¿Quién es esa chica?”.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Y llegó Diciembre...



Y Llegó Diciembre, nomás. La ciudad empieza a iluminarse y a teñirse lentamente de color rojo y desde las vidrieras de cada local comercial nos bombardean con carteles de ofertas que en realidad no lo son, mientras resurge en nosotros esa necesidad imperiosa  de querer comer pan dulce y budines, vaya uno a saber por qué.  Otra vez nos encontramos con que estamos llegando al final de un año que se paso volando y en nuestras cabezas empiezan a resonar como trompetas todas esas cosas que prometimos hacer o cambiar y que no pudimos, un poco culpa de la falta de tiempo, ya una constante en nuestras ajetreadas vidas y otro poco porque la verdad es que somos algo vagos para finalizar cosas, sobre todo cuando nos ponemos metas que van de la mano de esa sensación de que la vida se nos escurre entre los dedos, que nos estamos poniendo grandes y Dios sabe cuántas cosas más. Mientras desempolvamos los adornos del arbolito y descubrimos que las luces del mismo se volvieron a quemar a pesar de que esta vez fuimos extremadamente cuidadosos al guardarlas, repaso junto a ustedes alguna de las “auto promesas” que solemos realizarnos y que casi nunca llegamos a cumplir.
Con esfuerzo comenzamos la dieta, pero  a las dos semanas de morirnos de hambre finalmente nos preparamos una montaña de milanesas y con algo de resignación, les damos la bienvenida a nuestras pancitas prominentes y a otra cosa. Ya algo cansados de la rutina de nuestros trabajos comenzamos la búsqueda de uno nuevo, pero al cabo de un tiempo nos dimos cuenta que en realidad ya estamos algo grandes para empezar en otro lugar con el estigma de ser ”el nuevo” y es ahí cuando volvemos a mirar con más cariño nuestros viejos escritorios. O cuando ahorramos durante todo el año para irnos de vacaciones a ese lugar soñado y al acercarse la fecha se nos enfermó uno  de los nenes o un amigo está en aprietos financieros y no podemos decirle que no;  Adiós playa, adiós mar de aguas cristalinas. Hola, sierras de Córdoba.
Como les decía, las metas que nos imponemos suelen casi misiones imposibles, sobre todo porque nuestro destino, incluso lo que pasará dentro de cinco minutos cuando terminen de leer estas líneas es completamente imprevisible, por eso soy de la idea de que en estas fiestas que se avecinan y mientras miramos medio de costado al año que se va y cargamos con una tonelada de expectativas al año que aún no llega empecemos a  encarar nuestras vidas con una mirada más realista y amigable para con nosotros mismos. No vivamos como frustraciones las cosas que no se dan. Si no salió por algo será, tiempo al tiempo. Nunca es tarde y mejor dejar que las cosas fluyan con (al menos un poco) de naturalidad porque ya vimos que la presión termina muchas veces pinchando esos grandes globos llenos de proyectos que llevamos a cuestas.  Levanten las copas y brinden por que están vivos, que ya es mucho. Va a sonar a clishe barato, pero si están rodeados de afecto, ya sea pareja, familia o amigos la carga se hace mucho más liviana. Mientras busco la ubicación exacta en mi nueva morada para el arbolito y peleo con mi gato porque me roba cada adorno que saco de la caja, les mando un fuerte abrazo a todos y como siempre, gracias por estar ahí. Feliz Navidad para todos.-

domingo, 2 de diciembre de 2012

La importancia de pensar...



Porque es importante pensar? Es una pregunta rara, no? O tal vez no lo sea. Vivimos en una realidad que muchas veces tildo de alterna. Somos un país, un gran país, pero Tenemos una democracia joven, de una adolescencia tardía, y eso es preocupante en todos los aspectos. Nuestra libertad de elección nos ha llevado a crear un monopolio de ideas y teorías acerca de lo que debemos o no hacer, ver o comprar. Hace un par de días me juntaba con amigos y cuando empiezo a charlar con ellos enseguida lo noto. Ojo que yo no soy una isla, pero, para que se den una idea básica de lo que hablo, esta fue una de las frases mas alarmantes:
_Lo bueno siempre es caro…
A lo cual yo retruco, como si fuera una excelente mano de truco:
He comprado tantas cosas de marca con ese concepto en mi vida, y tantas me han salido pésimas, que hoy mi criterio de compra es, cuando menos, amplio. Veo precio, marca, funcionalidad, garantía, durabilidad…nos acostumbraron a que por ser caro, es LO MEJOR. Les tengo una novedad: no gasten guita al pedo, porque no siempre es así. Hay que caminar, hablar con los vendedores, comparar…
Pensar decía al principio de este post, y la verdad es que me duele creer que a la gente de este país le cuesta cada día un poco más. La alienación es peligrosa, toda la gente te dice lo mismo. Si tuviéramos que armar un especie de buscador de tópicos que se charlan a diario en la Argentina serian más o menos unos cinco, y todos sabemos bien cuales serían, no?
Monopolizando las charlas, las ideas, las opiniones, los debates…no está quedando lugar para el libre pensamiento…pónganse una mano en el corazón; hace cuanto que no leen un libro, con lo lindo y “abrecabezas” que es?
O ven un programa de política, historia, o alguna especie que se está por extinguir? Mucho, no?. También me pasa a veces, que quedas atrapado en la rutina, que el tiempo no te alcanza y que terminas siempre haciendo lo que tenés mas a mano….el tema es que hacemos todo lo que tenemos más a mano….escuchamos lo que tenemos más a mano, leemos lo que tenemos más a mano, miramos lo que tenemos más a mano. Yo, desde este humilde espacio, los invito, nos invito, a PENSAR UN POQUITO más en lo que está pasando, en participar un poco más y no caer en el pecado de dejar que el resto haga por nosotros. Si no, no tendremos nunca la posibilidad de la queja, de la segunda opción, de saber, básicamente, de saber. Buen Sábado para todos.-

Dios bendiga a las vendedoras...


Desde que comencé a escribir para las páginas de este prestigioso suplemento dedicado a la mujer, he perdido ya la cuenta de cuantas veces mis compañeras de trabajo me han pedido que les dedique alguna de mis columnas. Imagínense mi orgullo ante tremendo pedido, y como negarme? He aquí entonces, mi pequeño homenaje a todas ellas. Leer sin prejuicio, eh?
Existen  trabajos en los que se arriesga la vida a diario, existen también aquellos en los cuales  se pone a prueba nuestro ingenio y rapidez para salir de determinadas situaciones…y existen las empleadas de comercio.
Ropa ajustada y a la moda, labios pintados de rojo furioso o rosa chicle, peinados abultados y una energía que podría alimentar, sin exagerar, a una pequeña ciudad…o a un barrio grande. Obsérvenlas llegar al centro completamente producidas, con una sonrisa de oreja a oreja…que nosotros, compradores nos encargaremos de tratar de derribar con el paso del día.    
Existen grupos diferentes de vendedoras. Están por un lado aquellas que trabajan por comisión, y que harán todo y cuanto este a su alcance para cumplir su objetivo: vendernos, mínimo un par de medias. Algunas suelen dar un poco de miedo, ya que no alcanza el posible comprador a cruzar la puerta del negocio que se encuentra rodeado. ¿La solución? Repetir tres veces “estoy mirando” hasta que finalmente podamos recorrer tranquilos y decidir sin presiones. Y después estan las famosas desinteresadas, las que yo llamo “si queres comprar, comprá”, y que con su actitud despreocupada tambien suelen conseguir vender, aunque a veces a costa de la paciencia de los clientes.
Reconozcamos que como futuros clientes solemos ser bastante difíciles.
Pónganse una mano en el corazón y díganme cuantas veces entraron a un local,
 se probaron tooooodo lo que había y después de llevar a la cordial vendedora
 prácticamente al borde del ataque de nervios le dijeron la clásica frase 
"bueno, paso en otro momento" o la muletilla del "¿hasta que hora tenés abierto?" 
cuando sabemos perfectamente que NO vamos a volver...no al menos hasta que
 tengamos que volver a hacer tiempo entre salir del trabajo y encontrarnos
 con nuestras parejas para emprender la vuelta a casa. Dios bendiga a las 
empleadas de comercio, abanderadas de la paciencia y de la sonrisa inmutable 
durante el calvario diario de ocho horas que de lunes a sábado transitan para 
hacer de nuestras vidas de compradores compulsivos un lugar mejor. Un saludo
 a todas ellas, y espero que en estas lineas, mezcla de humor y realidad,
 se les halla hecho justicia.  

Viernes de cine...



Día Viernes. Lluvia torrencial. Noche de película. Son casi las doce y media de la noche y la ciudad está casi desierta. Afuera unos pocos transeúntes buscan refugio mientras cruzan semáforos en rojo  tratando de encontrar desesperados algún taxi que los lleve a destino. Adentro del cine la gente se amontona y ya falta nada para que comience la función trasnoche. Hasta este punto a ustedes les parecerá otra historia más, pero créanme que está a punto de empezar una de terror y no hablo de la película en cuestión. Acá van mis siete razones por las cuales me cuesta cada vez mas ir al cine y no morir (o matar a alguien) en el intento. Leer, como siempre sin prejuzgar, y a ver cuantos se sienten identificados o al menos han vivido alguna situación similar…
_El precio de los snacks.
 Ok, es cierto que por lo general la gente suele ir a cenar y después recién al cine, pero seamos honestos ¿a quién no le gusta comprar alguna golosina, más aun cuando estás bien acompañado y querés quedar como un galanazo, o simplemente porque nos encanta el chocolate y los nachos? Bueno, mis estimados lectores, preparen sus billeteras porque si no van a ver un drama, es muy probable que aún asi salgan llorando ¡que caro todo…y que rico!.
_Los celulares prendidos.
 Está bien, yo entiendo que dejaste a los nenes con la abuela y sos uno de esos padres obsesivos que no pueden estar sin saber que hacen sus hijos las 24 horas del día pero…¿podrías al menos poner el teléfono sin sonido?  ¡La comunidad pochoclera te lo va a agradecer tanto!.
_Los amigos.
 Ay, es tan lindo ver a la gente disfrutar de su amistad charlando, compartiendo, riendo a carcajadas…pero  ¿lo podrían hacer DESPUÉS de ver la película? Realmente no me interesa saber el nombre de tu nueva conquista ni a donde van a ir a jugar al futbol el sábado que viene ¡coordinen en otro momento, muchachos!
_Las madres primerizas.
 Estas hermosa con tu bebé en brazos y querés sacarlo a todos lados y mostrarle al mundo que sos mamá. Ahora ¿es necesario traerlo con vos a ver la última de Bruce Willis? Se me hace raro ver tantas explosiones con la banda de sonido del llanto de tu retoño mientras vuelan autos por el aire ¿Qué tal si dejás  el gordo con tu vieja… o esperás que salga el dvd y lo ves en la comodidad de  tu living? Digo, no?...
_ La puntualidad.
La película siempre empieza algunos minutos después de lo pautado. Es casi una regla de oro en el cine. Ojo, que unos minutos NO SON media hora; Se enteró toda la sala que llegaste tarde y para cuando terminaste de acomodarte  la película ya va por la mitad y no entendés nada ¿consejo para la próxima? Más vale mirá los diez avances de próximos estrenos que te pasan antes de la función como el resto de los mortales y no te vas a ir con la sensación de que pagaste la entrada y nunca te enteraste de que se trató la película…y por sobre todas las cosas no te vas a ganar el abucheo de la gente que llegó a hora, como yo por ejemplo.
_¿Che, donde quedaba el baño?
No le echen la culpa a los más chicos porque es un mito y hay que derribarlo ¡Son gente grande, che! ¿ Hay necesidad de estar saliendo  cada veinte minutos al baño porque no te aguantaste y te compraste la súper gaseosa de cuatro litros que encima es en realidad  80% de hielo? Cada vez que abrís la puerta de la sala para salir me nublás la mitad de la pantalla, capo. Pensalo…
_Primicias ya.
Está bien, flaco. Ya entendimos que ya la viste antes y que esta es la cuarta vez que venís a ver esta película porque sos fanático mal de este actor, pero ¡por favor! No nos adelantes la escena que está por venir ¡Estamos acá para verla con nuestros propios ojos! ¡Dejame sorprender por mi cuenta!

Por todo esto y algunas cosas más que seguramente me quedan en el tintero, mis queridos amigos, yo les digo que, si aun así se aventuran a ir al cine un Viernes por la noche, para mí son mis héroes personales. Yo mientras tanto los saludo desde la comodidad de mi sofá con mi vaso de gaseosa y mi película a sólo un PLAY de distancia. Nos leemos en la próxima.-