Dentro de cada persona habitan a su vez muchas otras, lo
cual nos convierte en una verdadera paleta de colores. ¿Cómo es eso? Sucede a
menudo que nos encontramos amando o haciendo cosas diametralmente opuestas al
mismo tiempo. En mi caso me di cuenta que conviven dentro mío dos personas bien
diferentes; aquella a la cual no le importa la opinión de los demás y que
podría andar descalzo y en paños menores todo el día si se pudiera y otra, muy
diferente a la cual le fascina la ropa. Esto lo descubrí cuando, hace ya más de
diez años atrás me toco empezar a
trabajar dentro de la industria de la moda. Créanme que después de haber
estado tanto tiempo haciendo esto les puedo decir que ha sido una de las
experiencias más enriquecedoras y a la vez más desgastantes de mi vida. Aun recuerdo cuando recibí el llamado para entrar a trabajar a una de las empresas
más importantes de jeans de la provincia. Yo estaba entrando apenas a mis
veinte años y mi ropa era un completo desastre, básicamente porque hasta ese
momento jamás me había interesado en combinar colores o mirar alguna revista
para saber que estaba de moda y que no. La entrevista me la hizo el dueño y no
paraba de mirarme de arriba abajo. Después de las preguntas de rigor y de
finalmente caerle en gracia me mando con un papelito a la fábrica a ver al
encargado que me hizo la misma mirada examinadora. Ese mismo día empecé, bien
desde abajo, o mejor dicho desde arriba guardando pantalones en cajas y
bajándolos a través de una escalera, de esas que cuando se corta la luz es
preferible que se te aparezca un fantasma a que te caigas y te quiebres el
cuello. Como en todo trabajo por el cual me ha tocado pasar me dedique a
aprender lo mas que pudiera, y en poco tiempo ya me encontraba en una posición
mucho más cercana al diseño, donde di mis primeros pasos creando y exponiendo
ideas nuevas que fueron tomadas en cuenta con más recelo que objetividad,
quizás por venir del “chico nuevo”. Lo cierto es que dentro de esta industria
se corre todo el tiempo, al punto que muchas veces llegás a pensar que
estás trabajando dentro de un hospital y
tenés que operar al paciente ya o lo perdemos.“Los estamos salvando del
infierno del mal gusto, por eso hay que correr” me contestó un compañero de
trabajo una vez y yo me quedé esperando
el remate hasta que comprendí que lo decía tan convencido que les confieso, me
dio algo de miedo. La comparación con
una sala de emergencias, aunque cuestionable no puede ser más exacta; todo el
mundo está nervioso todo el tiempo, los diseñadores toman litros y litros de
café y sus teléfonos no paran de sonar. Mientras tanto las modelos vienen y van
sobre tacos imposibles cual si fueran cervatillos que están aprendiendo a
ponerse de pie. No, no exagero, así funciona todo; realmente impresiona el
poder que tiene la moda sobre la gente, como se consume. Todos quieren verse
bien, y hoy hasta los más peques de la familia están al tanto de las últimas
tendencias. Como todo, en cantidades moderadas la moda puede ser buena, por
ejemplo para levantar la autoestima en esos días en que ni el mejor libro de
autoayuda puede sacarte de la cama. Pero a no abusarse, que no hay presupuesto
que aguante a un “fashion victim” y nadie se ha muerto por usar una campera del
invierno anterior si no se puede comprar la que está en boga. Hasta la próxima,
mis estilizados lectores.-
Siempre dije que tenés algo de Andy de "El Diablo Viste a la Moda". Que buen artículo! Felicitaciones"
ResponderEliminarGracias Daniel. Por un momento pensé que me ibas a comparar con Miranda jajaja! Abrazo y como siempre gracias por leerme.
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