Cuan a menudo utilizamos la frase “me gustaría tomarme un
año sabático”? Mucho, no? Es que en estos tiempos que corren y que nos
corren, hay que ubicarla dentro de un contexto cada vez más común, al cual
terminamos llegando por la cantidad de estrés que acumulamos debido a
diferentes actividades de nuestra vida, principalmente el trabajo y porque no
también la familia misma, a la cual más de una vez nos gustaría despachar a
algún recóndito lugar del planeta, pero con solamente el pasaje de ida. Pero si
bien la realidad de un año sabático para cualquiera de nosotros puede ser un
sueño difícil de alcanzar, sirve como puntapié para empezar a tomar más en
serio nuestro aprovechamiento de las
pocas horas que tenemos para descansar, que son cada vez menos, y
transformarlas en algo realmente inolvidable y que no quede en el simple anhelo
de pasarla bien y reponer energías.
Yo soy un graduado con honores de la escuela del “no tengo
tiempo”. Es más; a veces creo que en lugar del primer llanto al nacer,
pronuncié entre balbuceos esta frase. Créanme que se me vuelve muy difícil
hacerme de espacios para recreación o descanso, pero si hay algo que aprendí después de muchos
años es que no es todo cuestión de esperar a los fines de semana largos o a las
vacaciones para empezar a disfrutar de nuestros momentos libres. Tenemos que
aprender a sacarle el jugo a cada pequeño momento. Aprender de a poco a desacelerarnos frente a
situaciones diarias y dedicarles la
importancia que realmente se merecen en nuestra vida para que al llegar la hora
de tomarse un respiro, se sienta realmente como un premio y no como si
hubiéramos visto la luz del día después de una larga temporada a la sombra. Por
sobre todas las cosas hay que ser generadores de situaciones que nos produzcan
relax, y reconocerlo en pequeñas situaciones tan simples como una salida al cine, o a comer algo en especial
después de un agotador día de trabajo suele ser un bálsamo altamente
recomendable para relajar la cabeza y el cuerpo. Si el sueño de andar descalzo
por alguna playa de arenas blancas no llega, les recuerdo que tenemos hermosos
lugares dentro de la provincia, y a pocos minutos de distancia. Salir a caminar los domingos por la mañana
por el barrio y ver hasta donde somos capaces de llegar como meta es un placer
del que pocos se percatan. Mucho tiempo
tuvimos la concepción de que para descansar necesitamos estar “echados”
en la comodidad de la casa sin hacer absolutamente nada, pero hoy los animo,
queridos lectores a abrir los ojos a que esa pausa que tanto buscamos incluya
también a la percepción. Después me cuentan como les fue.-