lunes, 10 de septiembre de 2012

Demasiado viejo para...



Durante mucho tiempo, especialmente durante mi adolescencia le tuve miedo a crecer, a ser mayor. Tuve miedo de irme acercando lentamente al inevitable final. A pasar por esta vida demasiado rápido, a morir. Pretendí desde entonces jugar a retrasar el tiempo lo mas que pudiera, pero el tiempo del alma, tratando de prolongar cada pequeño momento de mi vida, hacerlo valer, dejar una marca, llenarme los ojos, la cabeza y el corazón de conocimiento y amor. Ser alguien. Jugar a vivir y a la vez, vivir en serio. Hoy cuando miro a mí alrededor muchas veces siento que el miedo de la gente con respecto al paso del tiempo tiene que ver con una cuestión meramente estética y la verdad, más que preocuparme, me duele.
He visto a gente negar, ponerse nerviosa y hasta enojarse cuando les preguntan por el almanaque, como si se tratara de un crimen, y también he visto a gente utilizar el tema de la edad para insultar o desmerecer a alguien: “¿no está demasiado vieja para…?”, “míralo, parece un payaso a esa edad con…” y demás frases insufribles con las cuales determinamos, como si fuéramos el juez de una mala serie de tevé y desde un lugar que nadie nos dio lo que puede o no hacer una persona de acuerdo a cuantas primaveras lleva sobre la faz de la tierra. A veces parecería que el juego simplemente se tratara de ver quien luce mejor, y ni siquiera alcanza con eso, ni cerca estamos de entender el significado de todo esto. Estamos atravesando un momento muy particular en el cual se hace un culto de la eterna juventud que no es real y que provoca confusión en la gente, primero en los más jóvenes, que tienen terror a envejecer y segundo y particularmente en los mayores, que muchas veces sienten que tienen que verse y actuar como si tuvieran veinte años para “pertenecer” pero… ¿pertenecer a qué exactamente?
Yo me pregunto, si el cuerpo es un templo, como dice el refrán ¿no deberíamos preocuparnos no solamente por la fachada, sino también por lo que tiene adentro? No creo por completo eso de que la edad es un estado mental, pero sí creo que todo tiene un porqué y dentro de ese contexto, me gusta creer que las diferentes etapas de la vida son por algo y no quisiera perderme de experimentar ninguna porque los parámetros actuales digan que esta pasado de moda. La moda es para la ropa y para los zapatos.
Para vivir y disfrutar de nuestra edad, tengamos quince, treinta o sesenta no necesitamos permiso. Llenen el alma con contenido alto en proteínas. Los cuarenta no son los nuevos veinte, son los cuarenta y punto. No permitamos que nadie ni nada nos imposibilite de hacer lo que tengamos ganas sin importar cuantas patas de gallo tengas alrededor de los ojos. Si quieren ponerse esa mini de leopardo fluo, háganlo, pero solo porque lo sientan así y no porque quieran parecerse a alguien de la mitad de su edad. La actitud frente a la vida va hacer que se note la diferencia cuando te mires al espejo y te veas diferente, porque te vas a estar mirando con amor y no con miedo a quedarte afuera. Muestren con orgullo sus años y verán llover elogios y no palabras vacías. Después me cuentan su experiencia.

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