Y Llegó Diciembre, nomás. La ciudad empieza a iluminarse y a
teñirse lentamente de color rojo y desde las vidrieras de cada local comercial
nos bombardean con carteles de ofertas que en realidad no lo son, mientras
resurge en nosotros esa necesidad imperiosa de querer comer pan dulce y budines, vaya uno
a saber por qué. Otra vez nos
encontramos con que estamos llegando al final de un año que se paso volando y
en nuestras cabezas empiezan a resonar como trompetas todas esas cosas que
prometimos hacer o cambiar y que no pudimos, un poco culpa de la falta de
tiempo, ya una constante en nuestras ajetreadas vidas y otro poco porque la
verdad es que somos algo vagos para finalizar cosas, sobre todo cuando nos
ponemos metas que van de la mano de esa sensación de que la vida se nos escurre
entre los dedos, que nos estamos poniendo grandes y Dios sabe cuántas cosas
más. Mientras desempolvamos los adornos del arbolito y descubrimos que las
luces del mismo se volvieron a quemar a pesar de que esta vez fuimos
extremadamente cuidadosos al guardarlas, repaso junto a ustedes alguna de las
“auto promesas” que solemos realizarnos y que casi nunca llegamos a cumplir.
Con esfuerzo comenzamos la dieta, pero a las dos semanas de morirnos de hambre
finalmente nos preparamos una montaña de milanesas y con algo de resignación,
les damos la bienvenida a nuestras pancitas prominentes y a otra cosa. Ya algo
cansados de la rutina de nuestros trabajos comenzamos la búsqueda de uno nuevo,
pero al cabo de un tiempo nos dimos cuenta que en realidad ya estamos algo
grandes para empezar en otro lugar con el estigma de ser ”el nuevo” y es ahí
cuando volvemos a mirar con más cariño nuestros viejos escritorios. O cuando ahorramos
durante todo el año para irnos de vacaciones a ese lugar soñado y al acercarse
la fecha se nos enfermó uno de los nenes
o un amigo está en aprietos financieros y no podemos decirle que no; Adiós playa, adiós mar de aguas cristalinas.
Hola, sierras de Córdoba.
Como les decía, las metas que nos imponemos suelen casi
misiones imposibles, sobre todo porque nuestro destino, incluso lo que pasará
dentro de cinco minutos cuando terminen de leer estas líneas es completamente
imprevisible, por eso soy de la idea de que en estas fiestas que se avecinan y
mientras miramos medio de costado al año que se va y cargamos con una tonelada
de expectativas al año que aún no llega empecemos a encarar nuestras vidas con una mirada más
realista y amigable para con nosotros mismos. No vivamos como frustraciones las
cosas que no se dan. Si no salió por algo será, tiempo al tiempo. Nunca es
tarde y mejor dejar que las cosas fluyan con (al menos un poco) de naturalidad
porque ya vimos que la presión termina muchas veces pinchando esos grandes
globos llenos de proyectos que llevamos a cuestas. Levanten las copas y brinden por que están
vivos, que ya es mucho. Va a sonar a clishe barato, pero si están rodeados de
afecto, ya sea pareja, familia o amigos la carga se hace mucho más liviana.
Mientras busco la ubicación exacta en mi nueva morada para el arbolito y peleo
con mi gato porque me roba cada adorno que saco de la caja, les mando un fuerte
abrazo a todos y como siempre, gracias por estar ahí. Feliz Navidad para
todos.-
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