sábado, 21 de julio de 2012

Crónica de una noche de insomnio...


Son las tres de la mañana, y una vez más, soy presa fácil del insomnio…porque me cuesta tanto dormir como al resto de los mortales? Porque no puedo caer rendido en mi cama y no recordar nada de nada hasta que suene el maldito despertador y acabe con la fantasía morfeica del sueño? (“morfeico” es una palabra? No se…) que es el insomnio y porque nos ataca? Porque me ataca a mi?
La casa está a oscuras, afuera el frio hace volar algún diario que parece ir bailando despreocupado por el medio de la calle. No hay nadie más despierto en mi barrio, o al menos eso parece. Quiero escuchar música, pero todas las canciones de mi celular a esta hora parecen sonar iguales. Vuelvo a mirar en la tele y en la compu, y ya no hay nada que ver ni buscar, ya no quedan personas interesantes despiertas, y a esta hora las neuronas tienen pedido de captura en el ciberespacio. Recurro entonces a la lectura, a una revista de esas con nombre interesante pero contenido chismoso (no se hagan los desentendidos que saben bien de cuales les hablo), pero me doy cuenta que no quiero leer, entonces empiezo como nene caprichoso a mirar con desgano las fotos y los colores de las letras, casi como tratando de descifrar algún mensaje oculto…y el sueño que no aparece y a mí que se me acorta el tiempo para descansar, que me corre el día, la vida y los acreedores!.  Ya al borde de la locura, peino la alacena en busca de comida (estoy lleno, pero tengo la remanida creencia de que comer va a conseguir que duerma más rápido, aunque nunca resulta) y encuentro una tableta de chocolate Águila, ése, el  de taza, ese que  decís que lo comprás para preparar con leche y te terminas devorando cuando estas solo. Ahora si estoy listo!…. alterado, sin sueño y con la panza hinchada! Soy un genio!. Voy a buscar a mi último recurso; mis mascotas, que, obvio, duermen y yo que lo amo tanto, en este momento desearía despertarlos para que compartan mi angustia, pero no puedo, si son unos ángeles los guachos estos. Me vuelvo a la cama, ya son las cuatro y media. En dos horas tengo que estar levantado y fresco como una lechuga. Mañana será otro día. Hoy ya es ese día. Los dejo. NO MOLESTAR escrito en la puerta de mi habitación, espero leerlo y finalmente, dormir.-

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