sábado, 30 de junio de 2012

Hace pocos días fui victima involuntaria de la envidia…



 Ante todo debo confesar que no soy del tipo de persona a la cual les afecte lo que digan los demás, pero que pasa cuando el golpe viene desde el lugar menos pensado?...
Pasa más a menudo de lo que cualquiera podría creer; te sale un proyecto, lo comentas con amigos, se lo decís a tu familia, lo compartís en Facebook, básicamente, lo disfrutas. Hasta que de repente un día escuchas salir de la boca de esa persona que antes te felicitó: “si a éste le salio, que no es nadie…”.
 Es ahí donde yo me pregunto: donde quedo tu alegría por mi? Donde quedó la buena onda que me brindaste cuando te lo conté?

Porque cuesta tanto alegrarse por lo que le pasa al prójimo? A veces no lo puedo entender demasiado, me saca de mis casillas. Tengo varias teorías con respecto al tema, pero la principal recae en el simple y fatídico hecho de que muchas veces tenemos miedo a intentar, por miedo a fracasar, ni más ni menos que eso. Y esa misma frustración de no poder concretar, deriva automáticamente en enojo, molestia…envidia. En gran parte las razones por ese enojo son básicamente nuestra propia culpa, seamos sinceros. Cuantas veces escuchamos culpar a Dios, al gobierno de turno o vaya a saber a cuantos más por que las cosas no salen como queremos? Pero que estamos haciendo para que salgan? Porque de brazos cruzados no vamos a conseguir nada, y el que se animó y lo hizo no tuvo menos miedo que vos y que yo, simplemente tuvo la capacidad de ir un paso más allá, o mejor dicho, convirtió ese miedo en coraje.
Hay que prestar mucha atención a los primeros síntomas de la gente que es víctima de esta patología; la sonrisa muta en mueca vacía, la mirada empieza a tornarse esquiva, y las cejas se arquean cual villano de película de Disney, y ello decantará en el comentario venenoso, que puede ser letal, para el cual hay que estar preparados.  Seguramente no podremos hacer nada al respecto, excepto no dejar que nos afecte.
La primera vez que te pasa jode un poco, pero no tenemos que dejar que las frustraciones ajenas nos tiren abajo. Todo cuesta, y si lo conseguiste seguramente lo merecés, laburaste, luchaste, te animaste.
Es siempre mejor estar en la fila de los jugados. No importa si no sale, sabés que lo intentaste. No te quedes con las ganas. No te caigas al primer sacudón. Y la opinión del envidioso de turno dejala pasar. Yo me voy en busca de mi próximo desafío, vos?...
Y como decía el gran Don Quijote: “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos!”.-

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