lunes, 29 de julio de 2013

Que los sueños...¿sueños son?...

Hace un par de noches atrás tuve un sueño con una persona equivocada. ¿Y que es una persona equivocada, se preguntaran ustedes? Una persona equivocada es aquella persona que debido a una serie de eventos desafortunados deberíamos haber eliminado de nuestro sistema, y no solo haberla enviado en un viaje solo de ida a la papelera de reciclaje de nuestra memoria. Hablo de eliminarla por completo. No hablo de matar, no literalmente aclaro. El individuo en cuestión puede ser un amigo, un pariente o incluso un ex. De más está decir que el solo hecho de pensar en este ser prohibido es una violación completa a la ecuación de prohibición antes generada. Pero como dentro de mi cabeza hace tiempo se decretó la independencia de la razón y la abolición de las cosas que son políticamente correctas pasaré a relatarles en detalle el sueño en cuestión.

Vieron que cuando uno sueña por lo general las escenas nunca tienen demasiado sentido, y es muy común que si en un momento determinado de nuestra aventura por las tierras de Morfeo estamos en una playa, por dar un ejemplo, al siguiente podemos aparecer sentados en el salón de clases de la secundaria y volver a tener quince años otra vez. Pues es entonces que me encontraba yo en mi mejor momento cuando de repente y vaya dios karma a saber porque acababa en la calle, sin nada más que lo puesto.La desesperación era tal que terminaba usurpando una casa para pasar la noche, que para completar la tragedia era lluviosa y fría como el polo norte, o el sur depende desde donde estén leyendo esto o de cual polo les caiga mas simpático. El real problema devenía cuando descubría que la casa que había usurpado pertenecía a nada más y nada menos que a la persona en cuestión, que a todo esto se encontraba de vacaciones y volvía esa misma noche. La primera reacción mutua era de completo caos y gritos, reproches y el más que esperado llamado a la policía para dar fin a semejante delito, que no hablo tanto de entrar a esa casa sino el de volver a vernos después de haber jurado, improperios mediante nunca jamás volver a cruzarnos. Pero, como les contaba al principio los sueños son tan traicioneros como un alacrán y para la siguiente escena ya nos encontrábamos conviviendo como si nada, más aun en una paz tan narcótica que hasta daba cierto pavor. Me desperté de un salto. Estaba bañado en transpiración y el corazón me latía como una locomotora en su primer viaje. Me quede mirando por la ventana como la madrugada empezaba a darle lugar a las primeras luces de la mañana. Había sido un sueño. Una pesadilla de esas que te dan cuando te comés una barra de chocolate Aguila vos solo y te acostás sin hacer la digestión. ¿Y el sueño en que quedó, se preguntarán ustedes? ¿Hay un mensaje oculto en esta columna? ¿Con quién soñé en realidad? Eso, mis estimados lectores lo dejo librado a su imaginación. Ahora me voy a soñar despierto por ahí que se me hace tarde y hay mucho por vivir. Hasta la próxima.-


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